Network
Uno de los grandes cambios paradigmáticos que pueden considerarse signo inequívoco de la transición del segundo al tercer milenio es el paso de una cultura de la competición a otra basada en la colaboración. Son varios los indicios que corroboran un movimiento generalizado en esta dirección, aunque el IED debe tomar una actitud autónoma de cualquier tendencia, por lo que asumirá incondicionalmente la colaboración como parte esencial de su «cultura» y «modelo operativo»: una opción fundamental de cara a construir un IED más actual y avanzado aún. En este sentido, la decisión tomada por el IED de estructurarse como Network representa ya un paso en tal dirección: Network es sinónimo de «colaboración».
No hay duda de que el Network constituye un modelo más cercano a los estudiantes de hoy que cualquier otro; a lo que hay que añadir el hecho de representar un statement, en términos culturales, ante el desafío de un modelo de planeta más sostenible, menos desigual, más racional que otros planteamientos ya existentes.
Un «auténtico» Network constituye además un poderoso diferencial frente a la competencia y, por tanto, un valor comercial del que puede obtenerse un rendimiento.
El modo en que actualmente entendemos el Network se encuentra asociado a una «forma» que resulta muy diferente de las formas propias de las empresas tradicionales del siglo XX. El sistema es ahora dinámico, vital, que, como todo organismo vivo, crece donde puede y se contrae allí donde encuentra problemas y dificultades; su estructura ya no es definitiva o estable, sino mutante, y sus relaciones se basan en la eficiencia de las conexiones más que en reglas o en resultados. La comunicación es con mayor frecuencia point to point que via nexus, y su valor aumenta con las incrementaciones sucesivas que nacen del acceso ilimitado a las más diversas energías, procesos y colaboraciones.
Aplicando estas ideas al IED, podríamos decir que sus sedes son centros cuyo propósito es maximizar el potencial del Genius Loci y de su contexto económico, cultural y social específico, aprovechando con la mayor libertad los recursos disponibles (sobre todo el conocimiento, la información, los contactos) y las relaciones que el Network pone a disposición de todos.
La energía que mueve el IED es la inteligencia, individual y, por ello, colectiva, distribuida entre todos sus integrantes, junto con la información, mucho más que los modos de trabajo propios de una estructura jerarquizada.
Obviamente, el Network es también un instrumento de relación con lo externo. Como en las estructuras celulares, cada elemento, sobre todo los profesores, quienes desempeñan tareas también en el mundo profesional, y los estudiantes se interrelacionan tanto dentro del IED como con el mundo real, multiplicando con ello las posibilidades de contacto y, por tanto, de establecimiento de relaciones. Esto implica una cesión parcial del control desde el centro a la periferia, que puede gestionarse de manera oportuna sobre todo en los niveles superiores de gestión del Network mismo, de las informaciones, de la imagen, etc.
El Network es, simultáneamente, un filón de donde extraer la materia esencial de la que se nutre el IED: información y conocimiento. Al management le corresponde la tarea de poner en movimiento la organización lógica de las informaciones, analizar su relevancia y potencial y gestionarlo del modo más conveniente para llevar a cabo los objetivos propuestos: en definitiva, llevar a cabo un trabajo de knowledge mining y de knowledge mapping dentro del propio IED, para identificar el potencial que aún no se ha manifestado y darle el valor que merece.
El Network es además un force multiplier, concepto éste desarrollado por el ejército estadounidense, que se define como un instrumento y una tecnología capaces de aumentar la eficacia conjunta del sistema de cara a la consecución de unos objetivos (el ejemplo clásico es el de reabastecimiento en pleno vuelo, que permite aumentar radicalmente la capacidad humana y armamentística y el radio de acción de una flota).
Network supone e implica una actitud y un modus operandi muy distinto al tradicional, mucho más próximo a la mentalidad de los jóvenes de hoy, aunque con una necesaria dimensión profesional. Como sucede en todo cambio, éste marginará a quien no sea capaz de adaptarse, favorecerá a quien tenga una mejor predisposición, exigirá una puesta al día de nuestras estructuras, que acabarán funcionando con prioridades sustancialmente diferentes a las de hoy.
Ciertamente, algunas estructuras operativas continuarán existiendo, pero en un plano secundario, ya que funcionan y su relevancia es innegable, pero no necesitan ser visibles; otras nacerán con el fin de responder a las exigencias que se irán haciendo evidentes en el proceso mismo de transición. En este sentido, la experiencia de la que disponemos nos sugiere actuar con agilidad, habilidad y rapidez, planificando estos cambios de manera consecuente, y así, de este modo, podamos comenzar a idear lo antes posible el panorama futuro.
Network es, intrínsecamente, open ended, the sky is the only limit. Pensamos en el patrimonio que de modo ejemplar representan para Harvard sus Alumni; pensamos también en el patrimonio que conforman las expertises y las «pasiones» de un cuerpo docente que acumula ya cincuenta años de historia repartida en dos continentes; pensamos en el potencial que supone el número ingente de empresas vinculadas en diferentes formas al IED. En medio de un contexto complejo y globalizado, en constante evolución, el valor del real state que el IED ocupa en el mundo del Design ha crecido sin lugar a dudas exponencialmente: hoy el IED es un switch, un router, un facilitador y catalizador, sobre todo, de relaciones, diálogos e intercambios.
Todo proyecto de Network tiene un componente científico, otro tecnológico y un tercero proyectual, pero su centro de gravedad será siempre el diseño y la gestión de los elementos antropológicos de un organismo que está en vías de evolucionar de una estructura en sustancia tradicional a un modelo más orgánico y complejo.